Que cerquita está la Navidad; época de amor, cariño, reencuentros familiares, comidas…o, visto desde mi punto de vista, empujones de la clientela para llegar los primeros a la cola que da acceso a la zona de los encargos, aglomeraciones para comprar un pollo relleno o una langosta que les va a costar lo que cobro yo en dos semanas y, ya en casa, más comida –si no la había aborrecido en la tienda ahora tendré oportunidad de hacerlo-. Unas comilonas que me permitirán confirmar que la Navidad es una fiesta solo para cebar al personal, las razones, incomprensibles, quizá algún año el 7 de enero –pasadas fiestas- vengan de algún planeta a recolectar a los rollizos humanos.
Pero no solo esto trae la Navidad, también nos regala una dosis extra de estrés ante la inminente llegada de los exámenes y entregas de enero. Porqué durante todo el cuatrimestre nos habrá parecido que hemos adelantado un montón, pero la cruda realidad es que será en Navidad cuando todo se no eche encima como un Papa Noel gigante que nos estará asfixiando todas las fiestas.
Además me he dejado por mencionar el Fin de Año, una fecha que normalmente aprovechamos para proponernos nuevos retos y desafíos para el año entrante tales como: dejar de fumar –este para mi no sirve-, ponernos a dieta –eso es aplicable a todos después de lo que he expuesto anteriormente-, buscar un trabajo nuevo –este es mi propósito que nunca cumplo-. Propósitos, como digo, que raramente cumplimos. Lo que deberíamos hacer, en vez de una lista inútil de propósitos, es una lista sobre todas las experiencias del año que se va y que nos han permitido crecer como persona. Yo, personalmente, es lo que haré porqué este año me ha reportado un montón de cosas, la mayoría de ellas negativas, que me han hecho un poquito más fuerte, menos ansiosa y, sobre todo, me han hecho ver la vida como algo demasiado corto, por lo que hay que vivirla al máximo.
Pero no solo esto trae la Navidad, también nos regala una dosis extra de estrés ante la inminente llegada de los exámenes y entregas de enero. Porqué durante todo el cuatrimestre nos habrá parecido que hemos adelantado un montón, pero la cruda realidad es que será en Navidad cuando todo se no eche encima como un Papa Noel gigante que nos estará asfixiando todas las fiestas.
Además me he dejado por mencionar el Fin de Año, una fecha que normalmente aprovechamos para proponernos nuevos retos y desafíos para el año entrante tales como: dejar de fumar –este para mi no sirve-, ponernos a dieta –eso es aplicable a todos después de lo que he expuesto anteriormente-, buscar un trabajo nuevo –este es mi propósito que nunca cumplo-. Propósitos, como digo, que raramente cumplimos. Lo que deberíamos hacer, en vez de una lista inútil de propósitos, es una lista sobre todas las experiencias del año que se va y que nos han permitido crecer como persona. Yo, personalmente, es lo que haré porqué este año me ha reportado un montón de cosas, la mayoría de ellas negativas, que me han hecho un poquito más fuerte, menos ansiosa y, sobre todo, me han hecho ver la vida como algo demasiado corto, por lo que hay que vivirla al máximo.
2 comentarios:
uy, pequeña! Que la comercializacion de la plenitud humana no te decaiga el animo; Hay tiempo para las lamentaciones.
lo malo se olvida y lo bueno prevalece.
lo malo te enseña y lo bueno te engrandece (no sé si esta bien escrito :P)
Para estas navidades turron de chocolate...
Mira, mira... No hables de los regalitos que nos esperan!!! Jaja. Esta mañana después de edición casi me da algo, y por lo que te he contado vaya... Acabaré cometiendo un asesinato y correrán los ríos de sangre ..... Argggg
:(
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