domingo, 1 de junio de 2008

These days


Hace dos años y una semana que visité tierras irlandesas para asistir en Dublín al concierto de Bon Jovi de su gira Have a Nice Day. Fue una experiencia inolvidable ya que fueron dos días en que pudimos disfrutar de la libertad, solas en una ciudad desconocida para ir a ver un espectáculo mítico.

La crónica del concierto no hace falta que la haga ya que fue bestial. Solo remarcar que esta visita dejó un poso, una especie de morriña que me recordaba que esa ciudad todavía no se había disfrutado lo suficiente.

Así pues el año pasado cuando me surgió la oportunidad de ir a estudiar inglés tres semanas, no me lo pensé dos veces y elegí Dublín. ¿Lo elegí? yo creo que Dublín me eligió a mi desde el momento en que pisé la ciudad el año anterior. Es más, creo que me eligió desde el momento en que me quedé abducida por la música de U2. Tenia que visitar esa ciudad.


Como un guiño del destino la casa que me habían adjudicado para pasar las tres semanas de julio estaba al lado del Croke Park. Una coincidencia que me hizo despertar recuerdos y me permitió ver esa ciudad como mía. No me sentí en ningún momento extranjera, además tuve la inestimable compañía de una mallorquina que se solía perder por las calles del black pool.

Nuevas caras, compartir casa con dos desconocidas, ir a la escuela, formar un grupo de colegas con los que poder disfrutar al máximo de esas tres semanas… Estas relaciones fueron muy importantes, lástima que la distancia y el tiempo hayan hecho que se disolvieran y ya no quede nada de los momentos compartidos.

Pero en este viaje pasó algo que no me esperaba. A falta de dos día para volver a Barcelona y en una fiesta soporífera a más no poder en la cual Maria Àngela vivió una odisea por volver a su casa dublinesa, y yo estaba en un sin vivir por saber si había llegado entera. En dicha fiesta, a esas horas de la noche, estaba a punto de matar a alguien, así que antes de cometer tal locura decidí irme. Pero sucedió que mi compañera de casa, italiana como no, me presento a unos compañeros de piso de su amigo. Dichos compañeros resulta que eran de Barcelona. ¿Barcelona? no, de Santa Coloma y de Badalona. Encontrar a compatriotas, casi vecinos lo cambió todo. Decidí quedarme en la fiesta a charlar y charlar.

Pensé que la cosa quedaría en Dublín, una anécdota más del viaje, pero no, la relación continuó, con altibajos, una vez volvimos a Barcelona.

Demonix, ensayos con canciones dedicadas, borrachera con “no más tequila por favor”, Cardenete y silla de Ramón…

Y esta noche nuevo concierto de Dublín, ya en Barcelona, después de dos años en los que han pasado muchas cosas. Se cierra un círculo que ha estado marcado por nuevas experiencias, sorpresas, desilusiones, cambios…

¿Quiénes seremos y dónde estaremos en el próximo concierto?

3 comentarios:

vaklam dijo...

Prime!!!

vaklam dijo...

En este camino que es la vida, en cualquier recoveco del mismo se pueden hacer grandes amigos, grandes enemigos, y descubrir que los primeros son peores que los segundos y viceversa.

Entiendo la importancia de aquel primer viaje, entiendo la importancia del segundo viaje, y espero que en esta suerte de reencuentro, tu historia continúe.

Si es verdad que la ciudad te cambió tanto, le doy Gracias.

MALAQUITA dijo...

Puaj Bon jovi!
PUUUUUUUAJ!