lunes, 9 de junio de 2008

Panem et circenses



Esto es lo que ofrecían los emperadores romanos al pueblo para tapar la corrupción política, las guerras internas y los problemas sociales. Una manera de mantener entretenida a la plebe mientras el imperio se desquebrajaba.
Ésta ha sido, desde el inicio de los tiempos, una vía para “mansificar” a la población y evitar cuestionamientos de poder o del sistema establecido. Ofrecer diversión como medio para desviar la atención de los problemas continúa siendo un método eficaz para evitar el libre pensamiento del individuo.
Los medios de comunicación, el llamado cuarto poder, una estructura cuyo fin es informar objetivamente para ofrecer unos mecanismos al público con los que pueda crear su visión de la sociedad con sus propios medios, reflexionando y criticando lo que ve. ¿Realmente cumplen su misión? Después de observar el panorama informativo español actual creo que podemos responder a esta pregunta con un “no” rotundo.
Programas del corazón completamente degradados en los que todos y cada uno de los participantes son un esperpento y un fiel reflejo de la sociedad en la que se ubican. Telediarios que ofrecen noticias totalmente diluidas, entretejidas entre noticias de relleno. Diarios que son el púlpito desde el que los diferentes partidos políticos vomitan su discurso a los ciudadanos, creyéndose éstos que son informados de manera rigurosa y objetiva, mientras, subconscientemente, el discurso va calando sin que se den cuenta. Radios que siguen el mismo modus operandi que los diarios pero de manera más descarada. Ya no se oculta el discurso bajo una falsa fachada de rigurosidad periodística.
¿Cuáles son los efectos de todo esto? Si unimos éste interés de la clase dirigente por mantener al pueblo entretenido, junto con esta “adquisición encubierta” de los principales medios de información, obtenemos un cóctel muy rentable, éste es: poder reconducir al rebaño al antojo de los que ostentan el poder. Lo peor de todo esto no es que la gente no se de cuenta, lo peor, como digo, es que está totalmente al caso de la situación, se queja, y la critica, pero no hace nada por revelarse, ni mucho menos por cortar de raíz y no abastecerse de estas fuentes de información distorsionadas. La gente continúa informándose con telediarios vacuos e insulsos, viendo los programas del corazón, series sin sustancia, de mal gusto, y un largo etcétera que rellena las parrillas televisivas.
El resultado: un embotamiento colectivo que perpetúa el enclaustramiento mental y evita que las mentes evolucionen, se adapten a los cambios y se conciencien de los problemas reales del mundo.
El único reducto para el librepensamiento, las opiniones alternativas y las reflexiones libres de corrupción mediática se encuentra en Internet. Ese mundo caótico e incontrolado es donde los ciudadanos pueden opinar e informarse de los acontecimientos por vías alternativas. El problema es que este medio no tiene ni de lejos la difusión que tiene la televisión. Además, la gran mayoría de la población no conoce cómo funciona la red, no sabría dónde buscar y acabaría en los sucedáneos cibernéticos de los monstruos audiovisuales y de papel.

3 comentarios:

vaklam dijo...

Pan y circo, la solución que se ha ofrecido a la sociedad desde tiempos inmemoriales para que sea capaz de distraerse y dejar de pensar en las cosas importantes para aquellos que mandan.
Pero, en un principio, cual era el objetivo de aquellos que impusieron el pan y el circo?
La sociedad de aquella época era una sociedad que sencillamente, necesitaba una clase dirigente para poder sobrevivir, habiendo una estructura jerarquizada donde, los oligarcas, en una clara división de tareas (y por supuesto, de beneficios) eran los responsables del mantenimiento de su orden.
Tras el pan y el circo vino el temor de Dios, el Dios de los cristianos, el dios de los musulmanes, que movía todos los elementos, momentos, pensamientos y situaciones de la sociedad, ayudando de esta manera al mantenimiento de la jerarquía.

Ahora, la pregunta sería, es de verdad necesario el mantenimiento de una jerarquía para la supervivencia del sistema actual? Mi respuesta es que sí, que es necesaria la jerarquía y la división de tareas en las cuales aquellas personas más capacitadas para asumir responsabilidades las asuman, donde las personas menos capacitadas se dediquen a ofrecer sus manos.
El de arriba realiza el trabajo con la mente, el de abajo realiza el trabajo con las manos. Siempre ha sido así, y siempre será para que la sociedad pueda 'avanzar' y 'civilizarse' (entendiendo no la civilización como la excesiva acumulación de industrializacion, sino como otra 'cosa').
Por eso está el pan y el circo, para que los de abajo se mantengan mansos y quietos, para que ellos puedan llenar sus vidas con algo y dejen de molestar.

vaklam dijo...

No estoy hablando de 'viva la dictadura', no estoy hablando de 'los pobres a los ghettos', sino únicamente, de dar a cada uno la responsabilidad que sea capaz de asumir, de asignar a cada individuo una tarea que sí pueda realizar, que se adecúe a sus capacidades.
El problema es la perversión de esta norma que se está imponiendo desde los sectores de 'arriba', creando cada vez más barreras y más grandes entre los ricos y los pobres.
A los ricos ses da educación, se les da acceso a sanidad cómoda y buena alimentación.
Por el contrario, los que no tienen cada vez tienen menos, y aparte de las penurias de la vida tienen que aguantar un colectivo que cada día, a todas horas le ataca, el colectivo de los informadores, que inyectan basura directamente desde los medios de comunicación, medios que, se quiera o no, son medios unidireccionales, donde los de arriba se comunican con los de abajo con tal de... con tal de ganar dinero.

Y qué hay mejor que una masa de consumidores que se dedica a trabajar 5 días para gastarse lo que ganan en 2?

A menos inteligencia crítica... más ovejas, más economía y más dinero para los de arriba.

Y por eso, hay pan (cada vez menos) y circo (cada vez más).

Es lo que tiene, el sistema debe ser mantenido.

Thehype dijo...

La jerarquía indudablemente que es importante ya que, de otra manera, se caería en la anarquía. No me estoy contradiciendo, aunque diga que la jerarquía es importante, lo es en todas las sociedades, incluida la animal. Es importante para mantener un orden, una disciplina; lo realmente dañino es cuando esta jerarquía se utiliza para anular la capacidad de evolución mental del ser humano. Cuando se utilizan los medios más arteros para conseguir esclavizar la mente sin que el individuo se dé cuenta de nada e, incluso, crea que es libre de pensar lo que quiera. De esta manera se anula la capacidad de raciocinio y se mantiene al cerebro en un estado resuspensión semi-animal, es decir, come, trabaja, mantiene relaciones con la familia y los amigos e, incluso, realiza actividades culturales como ir al cine y leer. Pero estas actividades son las que la clase dominante ha estandarizado y ha ido imponiendo como convenientes para que la gente se divierta y no piense en los problemas y en lo que realmente puede hacer cada ser humano como elemento libre.
En definitiva, la jerarquía es importante como estructura vital para que el ser humano vaya evolucionando individualmente a lo largo de su vida, una evolución que debería servir para que generación tras generación la especie humana fuera más consciente de su entorno y de su propia inteligencia. Esto actualmente no es así, ya que la jerarquía es utilizada como una manera de anular esta evolución. Una manera de perpetuar la comodidad de unos pocos.
Esta forma de perpetuar este sistema se lleva a cabo mediante la sociedad de la información. Un arma poderosa en manos de las jerarquías dominantes ya que les permite difundir lo que ellos consideran necesario para mantener el orden. Un arma de doble filo ya que, gracias a la inmensidad de la Red, los gobiernos no pueden controlar todos los flujos de información y las nuevas ideas, así pues los estímulos se cuelan en las casas de aquellas mentes que no se conforman con lo que les viene impuesto y buscan maneras de forjar su propia personalidad, sus ideas.